A CORUÑA TRANSATLÁNTICA

 


REDACCIÓN LANDRO
ALS

"A CORUÑA TRANSATLÁNTICA"


Cuando pensamos en esos cruceros como el Titanic, de viajes oceánicos de Southampton a New York, llenos de los lujos, o nos acordamos del ratoncito de Universal Pictures producido por Steven Spielberg, “Fievel y el Nuevo Mundo”, con los hacinamientos humanos en bodega, al son de canciones y alcohol para calentarse, olvidamos A Coruña como dársena internacional.

A Coruña fue uno de los puertos marítimos más importantes de finales del XIX y principios del XX. Desde aquí o la hermana Vigo, día tras día, durante años, partieron cientos de barcos y miles de personas a los puertos de medio planeta.

Escenario de estampas variadas, como una madre o compañera llorando para despedirse de un hijo o marido cara la emigración, en busca de mejor vida. O un rico hombre con su sombrero redondo cartonier y bastón, de viaje de placer a experimentar nuevos lugares. El crecimiento de una población vestida de modernismo, vinculada histórica y naturalmente al mar, donde además de tráfico de personas, iban y venían mercancías.

La fisionomía de la ciudad es un istmo o península, la proa de un gran barco que se introduce en el mar con las cubiertas laterales de la Playa y el muelle para pasear, su Torre de Hércules, el mascarón de la embarcación, el faro iluminador.

Lo que era esta etapa nos la muestra un catálogo de los años 30, por la Sociedad de Fomento de Turismo, salido de la imprenta Moret de la calle Galera 48, con fotos de Pardo Reguera, Teijeiro o Blanco y Villar.

Prologado por Wenceslao Fdz Florez nos escribe que es lo que gusta a los visitantes. “Lo que prende con tanta fuerza al forastero”, “La tranquila felicidad de un viaje con mar bella, la euforia de tumbarse sobre cubierta en una larga silla de bejuco, la delicia de ingenio un poco burlón, que han dejado sus preocupaciones en tierra”. O Pedro de Répide dice “Después de una existencia viajera, de peregrinar por muchos de los caminos del Mundo, se llega a una ciudad como esta y se aprecia y se contrasta su encanto. Puerto acogedor de todos los navíos que marchan piélago adelante, mirador abierto a todos los senderos del planeta, es también puerto amable para las almas y para los cuerpos que han menester de plácido refugio en una orilla del océano del vivir”.

Vemos empresas navieras establecidas en la ciudad:

Una de ellas la Compañía Transatlántica de Barcelona del Marqués de Comillas, Antonio López, representada por Luis Alfeirán, traía una línea Cuba-México que hacían los vapores Alfonso XIII y el Cristobal Colón, también otra a Buenos Aires con el Infanta Isabel y el Reina Victoria.

O los hijos de José Pastor representaban a la Compañía del Pacífico, con los barcos Orduña, Oropesa, Órbita, Oroya, Orcoma, Orita… desde A Coruña a Habana, Colón, Balboa, Callao, Mollendo, Arica, Iquique, Antofagasta y Valparaíso que combinaban con Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia, México, San Francisco en California USA.

La hamburguesa Sudamericana Americana, estaba representada con Enrique Fraga y tenía salidas a Brasil, Montevideo, Buenos Aires, Habana, Verecruz o Tampico, con su barco el Cap Arcona.

La alemana, Norddeutscher Lloyd de Bremen, con los vapores, Sierra MorenaSierra VentanaMadrid, WerraWeser y Gotha partía hacia New York, Cuba o Rio de Janeiro. Ejercía de agente Felipe Rodríguez Rey en la Plaza de Mina.

También Rubine e Hijos, gestionaban viajes para la Mala Real Inglesa, para puertos de Brasil y Argentina.

Los consignatarios López y Sánchez, tenían al mismo modo contacto con varias empresas como la Holland-America LineRotterdan Zuid-Amerika Lijn o The Anglo-Saxon Petroleum Company ltd, para las que hacía envío de pasajeros y cargas para Estados Unidos o América del Sur.

O Antonio Conde que operaba desde Vigo y Coruña, tenía representación para ir al Río de La Plata y la costa brasileña con la francesa Sud-Atlantique Chargeurs Réunis.

El 23 o el 6 de cada mes se preparaba el agente Nicanor Fariñas, y desataba cabos el vapor “Cuba” para la Habana y Veracruz, de la Compagnie Generale Transatlantique, igualmente para la Nelson Lines .

Muy conocido era Raimundo Molina, yerno del Alcalde Alejandro Brandao, padre del también mandatario Alfonso Molina. Trabajó como consignatario y realizaba viajes con la Lloyd Real Holandés, país del que fue cónsul en la localidad, o para la Marítima Peninsular Limitada.

Otros nombres que fueron al hemisferio Sur son, la Lamport&Hot Line, de la viuda de Daniel Álvarez, la Skoland que manejaba Eladio Pérez, la Compañía Naviera Stinnes que gestionaba Rogelio F. Conde. De mismo modo al norte y al caribe iba la Compañía Transoceánica regentada aquí por Narciso Obanza, financiero ribadense.

El movimiento social y económico fue enorme. Por las divisas de ultramar se montaron Bancos y Sucursales. El tráfico de mercancías supuso aperturas de comercios y almacenes, o trabajo en los servicios navales. La riqueza consiguiente, trajo un cambio para la ciudad, convirtiéndola en una urbe cosmopolita. Se construyeron edificios, como el del Pastor, a modelo de la Escuela de Chicago, el más alto de España en su momento hasta que se hizo la Telefónica en Madrid. Sitios de esparcimiento como plazas, locales sociales o lugares de recreo público. Viviendas-Chalet como Ciudad Jardín u obras como el Sanatorio de Oza. Nacieron establecimientos hoteleros y de ocio como el Palace del Obelisco, el Atlántic, Gran Hotel de Francia, el Kiosko Alfonso, La Casa de Baños de Rubine… A Coruña se estableció en una posición de vanguardia

Hoy su puerto de cruceros sigue siendo el de más tránsitos del noroeste de la península. El año pasado recalaron 35 barcos y 57.000 pasajeros. Abierta al mundo, sus empresas siguen teniendo importantes relaciones comerciales en el globo.

A Coruña, síntoma de Atlántica, Mar Océana, su nombre original es Faro, la atalaya y custodia del Mar Tenebroso en el Finisterrae.


















































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